Mercados Municipales: tejido local y sostenible II

 

Publicado el 25 de Abril de 2013 en  URBACT

Según se pregunte a un tendero o a otro el vaso esta medio lleno o medio vacío. El Mercado de Antón Martín en la calle Atocha, en el centro histórico de Madrid, no parece muy vivo un miércoles por la tarde, al final de la jornada. Aunque hay puestos cerrados, la mayoría están “habitados” por una mezcla que hasta hace poco sería extraña: puestos de artículos de primera necesidad como fruta, pescado, o carnes de distinto tipo se alternan con otros que ofrecen sushi, bombones y delicatessen, o fanzines con magdalenas caseras de chocolate. “Muffins”, reza el cartel de dígitos giratorios heredado de la frutería de Doña Carmen que antecedió a la editorial-bar. A medio camino, los puestos “bio” que ofrecen un poco de todo.

El proceso se inició a raíz de Mercado Abierto, un proceso de diagnóstico participativoimpulsado por el equipo de arquitectos VIC (Vivero de Iniciativas Ciudadanas), vecinos del mercado, en el que se definieron retos y estrategias para hacer más viable el mercado y revitalizarlo en términos de comerciantes y público.

Pese a la aparente reactivación y el aumento en el número de puestos, los vendedores con más tiempo en el Mercado se muestran pesimistas. Añoran el renacimiento que experimentó el barrio en general hace diez o quince años cuando la población inmigrante comenzó a asentarse en la zona. Lo mismo ha ocurrido con otros mercados municipales que se han convertido en una referencia en Madrid: el Mercado de los Mostenses, sepultado tras la pantalla de edificios de la Gran Vía o el enorme Mercado de Maravillas en el mestizo barrio de Cuatro Caminos. Docenas de puestos se han abierto para vender productos especializados o comunes a los nuevos vecinos.

Sardinas - Foto por Andrés Walliser

Sardinas – Foto por Andrés Walliser

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